Uno de los tópicos del cine consiste en mostrarnos a los nazis como auténticas máquinas de matar, sin sentimientos, fríos como el hielo, y siempre como los más malos de las películas bélicas sobre la Segunda Guerra Mundial. Algo parecido ha ocurrido con los indios en las pelis de vaqueros... siempre son los malos. No sé, ya canta un poco este simplismo, ¿no?, que no somos niños leyendo cuentos en los que el lobo es siempre el malo.
Pues bien, Stalingrado, película coproducida por Alemania y Suecia y dirigida por Joseph Vilsmaier en 1992, nos narra no sólo la sangrienta, larga y dura batalla acontecida en tierras soviéticas entre alemanes y rusos, sino que le da la vuelta a la tortilla y nos cuenta los sucesos desde el punto de vista alemán; de hecho, es la primera película sobre esta guerra que veo protagonizada por el ejército nazi y no por el ejército aliado.
Además de ser una de las producciones más caras del cine alemán, en Stalingrado se nos presenta a los soldados alemanes no a como nos tiene acostumbrados el cine, sino como a soldados vulnerables, frágiles como el hielo que pisan en el film; soldados que dudan de las órdenes de sus superiores e incluso que no comparten las ideas de Hitler; soldados que son obligados a realizar acciones brutales -como fusilar a civiles rusos-, pues sino serían ellos los que terminarían de la misma forma; soldados que pasan todo tipo de penurias y, lo más importante, soldados que se alejan del estereotipo que nos ha inculcado siempre el cine. Y es que la historia hay que contarla y conocerla siempre desde ambas partes, por muy en contra que estemos de la filosofía nazi y todos sus crímenes.
La peli está muy bien, es un buen ejemplo de cine bélico. Recrea muy bien lo sucedido en la gélida ciudad de Stalingrado y sus alrededores. Los actores están estupendos -incluso aparece el típico capitán nazi nazi-, y durante las 2 horas y 10 minutos que dura la película, comprendemos un poco mejor a los pobres soldados nazis allí enviados a cumplir los desalmados deseos de su fuhrer. Dramática y conmovedora.
By Colasito
Pues bien, Stalingrado, película coproducida por Alemania y Suecia y dirigida por Joseph Vilsmaier en 1992, nos narra no sólo la sangrienta, larga y dura batalla acontecida en tierras soviéticas entre alemanes y rusos, sino que le da la vuelta a la tortilla y nos cuenta los sucesos desde el punto de vista alemán; de hecho, es la primera película sobre esta guerra que veo protagonizada por el ejército nazi y no por el ejército aliado.
Además de ser una de las producciones más caras del cine alemán, en Stalingrado se nos presenta a los soldados alemanes no a como nos tiene acostumbrados el cine, sino como a soldados vulnerables, frágiles como el hielo que pisan en el film; soldados que dudan de las órdenes de sus superiores e incluso que no comparten las ideas de Hitler; soldados que son obligados a realizar acciones brutales -como fusilar a civiles rusos-, pues sino serían ellos los que terminarían de la misma forma; soldados que pasan todo tipo de penurias y, lo más importante, soldados que se alejan del estereotipo que nos ha inculcado siempre el cine. Y es que la historia hay que contarla y conocerla siempre desde ambas partes, por muy en contra que estemos de la filosofía nazi y todos sus crímenes.
La peli está muy bien, es un buen ejemplo de cine bélico. Recrea muy bien lo sucedido en la gélida ciudad de Stalingrado y sus alrededores. Los actores están estupendos -incluso aparece el típico capitán nazi nazi-, y durante las 2 horas y 10 minutos que dura la película, comprendemos un poco mejor a los pobres soldados nazis allí enviados a cumplir los desalmados deseos de su fuhrer. Dramática y conmovedora.
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